Estrategias a nivel familiar: desarrollando la autonomÃa. (Parte I)
Cuando hablamos de que al niño con TDAH (Trastorno por déficit de atención e hiperactividad) hay que instruirlo en autonomÃa personal, nos referimos especÃficamente a que el fin del tratamiento cognitivo-conductual que se debe llevar a cabo radique en que sea capaz de alcanzar por sà mismo una total autonomÃa. Los puntos principales de dicho tratamiento deben ser cuatro:
Para cumplir estos puntos, el objetivo principal de esta intervención debe ser lograr la independencia del niño con TDAH respecto al adulto, alcanzar una total autonomÃa. Evidentemente, conforme el niño va madurando y mejorando, es posible darles más participación en el programa, en el sentido de que puede ser él el que vaya analizando qué conductas son las que quiere ir mejorando, de qué manera hacerlo, etc.
Para llevar a cabo esta intervención será necesario apoyarnos en los tratamientos cognitivo-comportamentales, que reciben ese nombre debido a que emplean:
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Las técnicas comportamentales. Dirigidas a controlar tanto las conductas positivas como negativas del niño afectado por TDAH. En función de lo que queramos conseguir, es decir, reducir un comportamiento o aumentarlo, emplearemos una técnica u otra. Las más habituales son:
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Las técnicas cognitivas. Se ha demostrado la influencia que adultos y compañeros tiene sobre los niños con TDAH. Por ello, es muy eficaz ofrecer a los niños modelos de trabajo que muestren conductas reflexivas, que verbalicen en voz alta buenas estrategias de observación y trucos para resolver problemas cotidianos (Ridbergy y col., 1971)
Las familias son el primer grupo social en el que se fijan los niños, de los que aprende, por lo que somos, en todo momento, un modelo para ellos.
Cuando familias de niños hiperactivos solicitan estrategias para controlar ciertos comportamientos o rutinas en casa, es imprescindible hacerles ver que, aunque existen como hemos visto multitud de técnicas para poner en práctica, y todas ellas son adecuadas para niños con TDAH, esto no quiere decir que vayan a `funcionar`. Las técnicas se pueden adecuar en función del niño, de sus gustos, de lo que funciona con él y lo que no. A fin de cuentas, es una intervención personal la que se debe diseñar, dirigida a un niño en concretos, dentro de una familia determinada y conseguir ciertos objetivos marcados en relación a su propio desarrollo autónomo. Es decir, los primeros conocedores de los hijos son los padres, son ellos quienes deben reflexionar y hacer una lista de aquellos comportamientos que quieren empezar a trabajar.
Como siempre decimos, es preferible plantearnos una serie de objetivos a corto plazo, no muchos, que sepamos que el niño puede conseguir y entre los que figure algo que ya haga bien, de manera que contaremos con la motivación desde el punto de salida.
Otro punto importante en la reflexión, será el de plantear los premios que van a acarrear ciertos comportamientos, como los correspondientes a la técnica del refuerzo positivo. No debemos olvidar que los premios, y los castigos, deben ir en consecuencia con el objetivo o el comportamiento, es decir, que no sean desmesurados. En el equilibrio está la victoria.
En ocasiones, también es muy recomendable plantear premios a más largo plazo, de manera que mantengamos la `ilusión` y el esfuerzo por parte del niño.
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RocÃo Meca MartÃnez.
Maestra de PedagogÃa Terapéutica de Fundación CADAH.
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BibliografÃa.
Orjales Villa, I., Déficit de atención con hiperactividad. `Manual para padres y educadores`. Editorial CEPE. (1999)