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Esta es una de las dudas más comunes entre los padres de niños con TDAH. Diferentes especialistas apoyan la decisión, ya que si el niño puede darle una explicación a la sintomatología que tiene, a lo que le ocurre, podrá afrontarlo mejor y será más capaz de emplear de manera más adecuada las estrategias y pautas que se le enseñan. La evitación del tema sólo nos llevará a generar más ansiedad y frustración, conforme el niño vaya siendo consciente de sus dificultades.

Un ejemplo muy claro de este tipo de situaciones se da en el bajo rendimiento académico. Ya sabemos que conforme subimos de nivel, la exigencia académica también aumenta, y el niño puede empezar a experimentar frustración cuando sus resultados académicos no son equitativos a su esfuerzo y rendimiento. Es decir, sacan malas notas si las comparamos con el esfuerzo que ha realizado para estudiar.

Evidentemente, si el niño conoce en qué aspectos presenta más dificultades, si están identificados, podrá hacerles frente de una manera más específica, poniendo más interés en poder superar aquellas dificultades que presenta:

Evidentemente, la ausencia de logros personales, académicos y familiares pueden provocar en el niño una baja autoestima y una sensación de incompetencia general. En este aspecto las familias juegan un papel fundamental, ya que son un pilar indispensable en la construcción de una buena autoestima: alabando sus progresos, motivándolo, etc.

                          

Una vez que en la familia se ha decidido hablarle al niño del TDAH, hay que tener en cuenta una serie de aspectos fundamentales:

Muchos expertos señalan que es muy beneficioso para el niño reconocer en él mismo el TDAH y conocer qué le ocurre, porque comienza a darse cuenta de que las cosas que le ocurren son debidas a algo y que puede hacerles frente.

Indudablemente, esta es una decisión que debe ser tomada por la familia, y no debe ser algo que se decida a la ligera. Es recomendable que antes de hacerlo los padres piensen en cómo lo van a hacer, qué le van a decir, preparar el ambiente, etc. Hay que planificarse.

Pensemos que si el niño conoce cuáles son sus dificultades, podrá empeñarse más, trabajar más sobre ellas, de forma que pueda ir, poco a poco, supliéndolas con esfuerzo y trabajo.

En muchas ocasiones, los niños no entienden por qué hacen determinadas actividades diferentes a sus amigos, por qué no son buenos en algunas asignaturas o por qué no saben relacionarse bien. Dar una respuesta a todas sus dudas será un gran paso para ellos y para sus familias, porque podréis hacerle frente a todas de una manera unida y eficaz.

Rocío Meca Martínez.

Especialista en Pedagogía Terapéutica de Fundación CADAH.

Bibliografía.