AutonomÃa personal y TDAH: creando hábitos de independencia desde pequeños
El desarrollo de la autonomÃa personal es un aspecto clave y prioritario en el proceso de educación de cualquier niño.
Consideramos un niño autónomo a aquel que, de acuerdo con su edad, realiza actividades propias de su momento de desarrollo por sà mismo. En cambio, definimos a un niño no autónomo a aquel que necesita de supervisión y ayuda en la realización de las mismas tareas.
De manera general, los niños que muestran poca autonomÃa o un retraso respecto a su grupo de referencia por edad y entorno social, tienen posibilidad de presentar futuros problemas de aprendizaje y de relación con los demás.
Los niños con TDAH suelen presentar inmadurez, por lo que van a presentar un retraso en la adquisición de autonomÃa de determinados aspectos. Entre ellos podemos encontrar:
En el programa de autonomÃa personal se plantean una serie de módulos para estructurar los contenidos y hábitos que queremos que adquieran.
La metodologÃa que se lleva a cabo está compuesta por estos módulos, divididos en temas correspondientes a las diferentes destrezas que queremos conseguir.
Por ejemplo, en el módulo dedicado a la actividad y al descanso se pretende hacerles conscientes de la necesidad de llevar una vida activa combinada con obligados periodos de descanso que todos necesitan. Además se trabajan de manera trasversal otros temas como pueden ser el reparto equitativo de las tareas del hogar, conocer cual es su horario diario, reflexionar sobre la necesidad de dormir el tiempo suficiente por la noche y las consecuencias que puede acarrear no hacerlo lo suficiente o actividades alternativas a ver la tele que pueden hacer en compañÃa de sus amigos y que son más divertidas y constructivas.
Se deben plantear estas sesiones como un espacio que nos permita de trabajar cualquier tema relacionado con el programa, en este caso el desarrollo de la autonomÃa personal, pueda ser posible, empleando para ellos actividades novedosas, en las que los niños participen y pongan en práctica las técnicas y hábitos enseñados, para que desde aquÃ, y teniendo una continuidad en casa, puedan llegar a interiorizarlos, haciéndolos suyos e incorporándolos a sus rutinas diarias.
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Tan importante como el trabajo hecho en las sesiones, es la continuidad que le demos fuera de ellas, por ello las familias deben ser conscientes del trabajo que se requiere, conocer las pautas a seguir y conocer la importancia de la perseverancia necesaria para poder alcanzar la meta.
En primer lugar debemos decidir qué le vamos a exigir y tener preparado todo lo que vayamos a necesitar. Para ello, comenzaremos pensando cuales van a ser las exigencias, plantearnos que deben estar adecuadas a su edad y posibilidades, que va a ser algo que debe perdurar en el tiempo, por lo que nos concienciaremos de ello y a todas las personas del entorno del niño, para darle continuidad en todos los ámbitos. Por ejemplo, si queremos que un niño pequeño empiece a comer solo, debemos saber que al principio y durante un tiempo va a tardar más que si se lo diésemos nosotros, va a mancharse, tirar comida fuera,etc. Son posibilidades reales, que todos deben conocer y aceptar para no acabar haciéndolo en lugar de que lo haga el niño.
También es primordial que el niño conozca cual va a ser el proceso, lo que va o no a necesitar, que debe hacer, etc. Para ello emplearemos frases cortas, sencillas y claras, con las que ellos puedan ser conscientes de la realidad que se les está exigiendo y deberemos asegurarnos de que lo ha comprendido, pidiéndole para ello feedback.
No debemos olvidar que para crear un hábito en los niños es indispensable practicar. No podemos esperar que transcurridos pocos dÃas ya haya interiorizado las instrucciones necesarias y que no necesite nuestra ayuda. En este proceso debemos tener paciencia, elogiarles a cada paso, corregirlo si es necesario pero sin acusar de una mala ejecución, y sobre todo tener paciencia, ya que conforme vaya adquiriendo los pasos, podremos ir retirando las ayudas para finalmente haber conseguido que sea autónomo en la realización de determinada tarea.
El dotar a los niños de autonomÃa conforme van madurando, haciendo que adquieran hábitos adecuados a su edad, hará que a medida que vayan creciendo, podamos aumentar el nivel de exigencia, obteniendo de ellos una respuesta adecuada con la que vayan adquiriendo la autonomÃa suficiente hasta que consigamos niños independientes y funcionales.
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Rocio Meca MartÃnez
Maestra de Educación Especial