Repetir curso: Una oportunidad para el niño o adolescente con TDAH
Nos encontramos en la recta final del curso académico, los alumnos deben de realizar el último y mayor esfuerzo curricular para los exámenes finales, pero a la vez, muchos padres se encuentren ante la situación de que su hijo seguramente tenga que repetir curso. Culpa, desesperación, sorpresa y miedo, son sentimientos que pueden aparecer en las familias. La razón para esta no promoción de curso es contemplada por la no adquisición de las competencias generales que el alumno debe de haber alcanzado en su nivel, ciclo o etapa correspondiente.
Dichas competencias generales no sólo se vinculan al tema curricular, sino que un alumno aunque pueda haber alcanzado los objetivos mínimos didácticos establecidos a nivel académico es propuesto para la no promoción ¿A qué se debe entonces? Entre otros factores, quizás el de mayor prevalencia sea el bajo nivel madurativo del niño, el cual se considera insuficiente para pasar al siguiente curso, cobrando una mayor importancia cuando ha de pasarse a una etapa diferente. Y esto precisamente es lo que suele ocurrir con los niños que presentan TDAH. Debido a que el TDAH implica aspectos de inmadurez social y psicológica en los niños y adolescentes que la padecen, muchos de los comportamientos que presentan en la escuela, en la familia y en el área social tienen que ver con comportamientos infantilizados. Éstos suelen caracterizarse por evitar asumir responsabilidades, inseguridad, necesidad de apoyo y supervisión continúa, ausencia de una autonomía funcional, dificultades a la hora de resolver problemas por sí mismos, tendencia a culpar a los demás de todo aquello que les sucede, ataques de llanto o rabietas, tendencia al egocentrismo, intolerancia a la frustración, rebeldía, manejo de la mentira como medio para eludir las responsabilidades de sus actos o como búsqueda para llamar la atención, o la distorsión de la realidad y los problemas que se presentan.
El miedo que invade a los padres ante la no promoción de su hijo al curso siguiente es comprensible, ¿Le afectará a su autoestima? ¿Cómo le afectará el perder a sus compañeros de clase? Si bien, también habría que cuestionarse el impacto que podría tener en el niño el paso de curso sin haber alcanzado la maduración social y psicológica óptima. Sobre todo, ésta podría notarse con severidad en el cambio de la etapa de Primaria a la Secundaria. Como es bien sabido, en la segunda etapa, tanto la organización curricular como de los especialistas, cambia. En la primaria, la figura del tutor/guía es esencial para el seguimiento de estos alumnos, pasan la mayor parte del tiempo con un mismo maestro el cual conoce sus puntos fuertes y sus debilidades, las asignaturas están organizadas de forma transversal guardando relación unas con otras, y en definitiva la organización del aula es mucho más personal y guiada. Con el paso a la Secundaria, la organización se estructura en asignaturas curriculares, con diferentes profesionales de las mismas y comienza a darse mucho más peso a lo curricular, al igual que se encuentran en un contexto en el cual ellos son los más pequeños, rodeados de chicos mayores que ellos. Por todo ello, el impacto de dicho cambio para un alumno sin la suficiente madurez para asumirlo, puede llegar a ser perjudicial.
Sin duda, las opiniones que ante la decisión de la no promoción de curso que nos puedan ofrecer los educadores que trabajan con nuestros hijos, son la mayor fuente de información que podamos recoger, ya que ellos son los que conocen de primera mano la serie de cambios que conlleva el cambio de un curso a otro y cómo en su opinión, va a poder enfrentarlo el niño.
Mi hijo va a repetir curso ¿Qué podemos hacer ante esta situación?
Primeramente, podemos tomarnos esta situación como una nueva oportunidad para el desarrollo y aprendizaje de nuestro hijo. Una oportunidad para que su maduración psicológica y social pueda contribuir a la mejor comprensión y acomodación de los nuevos contenidos escolares. Una oportunidad de asumir nuevas responsabilidades y obligaciones, a la vez que realizar un análisis crítico de los aspectos que llevaron a esa situación.
La forma en la que los padres asumen esta situación influirá de manera positiva o negativa en el niño, por ello, será importante que el niño comprenda y asuma de forma optimista esta nueva etapa, entendiéndolo como una ayuda que le brinda el colegio y no como un castigo impuesto por su parte.
Por otro lado, será importante conocer qué es lo que ha podido fallar durante el año académico para poder ponerle solución. Realizar una evaluación de la forma en la que se ha afrontado en el hogar el curso y por otra parte hablar con la plantilla docente de nuestro hijo acerca de ello, puede darnos una visión de conjunto para comenzar a plantearnos objetivos para el nuevo año. Una mayor relación familia-colegio, un cambio en la organización de las tareas académicas en el hogar, la asunción de mayor autonomía y responsabilidad por parte del alumno respecto a sus responsabilidades escolares o la necesidad de medidas individualizadas para la realización de los deberes diarios incidiendo en aquellos aspectos más dificultosos para el niño, son pequeños cambios que quizás puedan ayudar a plantear este nuevo ciclo de una manera satisfactoria.
"El fracaso es una gran oportunidad para empezar otra vez con más inteligencia" Henry Ford
Lucía Osorio Quintana. Psicopedagoga de Fundación CADAH (2015)