TDAH e inteligencia emocional: el papel de la familia
En general, los niños con TDAH experimentan conflictos en el área social como consecuencia de las dificultades para identificar sus propias emociones y las emociones de los demás, lo que desencadena en relaciones disfuncionales con sus iguales.
Estas dificultades socioemocionales se relacionan con déficits en su inteligencia emocional, es decir, en su manejo y regulación de la emoción y los afectos.
En este ámbito la familia juega, como en todo el desarrollo del niño con TDAH, un papel fundamental.
Diferentes estudios demuestran que las relaciones interpersonales que experimentan los niños, entre las que encontramos las familiares, son uno de los factores predictivos del bienestar emocional (Bisquerra, 2009).
Por todo ello, el primer paso de los padres para poder ser capaces de ayudar en el plano emocional a sus hijos debe ser el trabajar ellos mismos su conciencia emocional. Aprender a identificar como se sienten en cada situación, el motivo de esos sentimientos y la manifestación que de ellos hacen les puede servir para ahondar en su propia conciencia emocional.
El siguiente paso es ayudar a los hijos a que identifiquen como se sienten en todas las situaciones, para poder ir poco a poco entrenándolos en la tarea de la expresión emocional.
Los niños, al igual que los adultos, sienten muchas emociones a lo largo del día: rabia, tristeza alegría, euforia, frustración, etc. Es el momento de que aprendan a identificarlas y nombrarlas, porque sólo con este trabajo previo de identificación podrán ser capaces de ir gestionando cada una de ellas de una manera adecuada.
Es importante hacerles ver que todas las emociones que experimentamos las personas están bien, no podemos luchar contra esos sentimientos pero sí podemos hacer una diferenciación en la forma en que las gestionemos. Por ejemplo, un niño con TDAH que presente conductas impulsivas de manera generalizada, es más propenso a tener respuestas emocionales disruptivas cuando experimenta un sentimiento negativo. Una cosa es sentirse enfadado porque algo no ha salido como él esperaba y otra muy distinta es que su manera de gestionar ese enfado sea "pagándolo" con un compañero. En este aspecto es importante hacer saber al niño que el llevar o no una buena gestión emocional le va a repercutir a nivel personal en muchos aspectos: cómo se sienta él, cómo se van a sentir los demás por sus reacciones, etc.
La inteligencia emocional está íntimamente ligada a la actitud empática que seamos capaces de mostrar para con otras personas. Así, una persona empática será capaz de ponerse en los zapatos de otra y experimentar las emociones como lo haría esa persona pero, para ello, debe haber tenido un entrenamiento fructífero en desarrollo socioemocional propio.
Para conseguir con los niños con TDAH sean, además de emocionalmente competentes, unas personas empáticas, la familia puede llevar a cabo diferentes dinámicas familiares para motivar ambos aprendizajes.
Por ejemplo, ante una mala gestión emocional del niño provocada por cualquier motivo, la familia puede hacer de hilo conductor para que el niño exteriorice sus sentimientos, ayudándolo a ponerle nombre, averiguar lo que ha motivado ese sentimiento, como puede gestionarlo de una manera adecuada, etc.
Con niños pequeños nos podemos apoyar en dibujos, series, películas, etc. por ejemplo, para averiguar la emoción que determinados personajes experimentan, cuáles son sus reacciones, analizarlas y consensuar si han actuado o no adecuadamente, etc.
El tener un espacio en casa dedicado a la gestión emocional para toda la familia también puede ser muy positivo. Por ejemplo una pared, un mural o una pizarra donde todos los miembros de la familia puedan escribir como se sienten, reflexiones, actitudes, etc. La finalidad sería tener ese espacio común para que los niños aprendan a través de la gestión emocional que sus mayores hacen de sus propias emociones, actuar como ejemplo de buenas prácticas.
De igual forma, en los casos en que la familia no se vea del todo competente para poder llevar a cabo este tipo de actividades con su hijo de una manera plena, les recomendaría que pidiesen ayuda a profesionales en la materia ya que, aunque el tema de la gestión emocional pueda resultar en un principio menos relevante para unos que para otros, tal y como he citado anteriormente es la base del tipo de relaciones que un niño va a desarrollar conforme vaya creciendo, tanto a nivel personal, como escolar y posteriormente laboral.
BIBLIOGRAFÍA
Bisquerra, Rafael (Coord.); Punset, Eduard; Mora, Francisco; García navarro, Esther; López-Cassà, Èlia; Pérez-González, Juan Carlos; Lantieri, Linda; Nambiar, Madhavi; Aguilera, Pilar; Segovia, Nieves; Planells, Octavi. (2012). ¿Cómo educar las emociones? La inteligencia emocional en la infancia y la adolescencia. Esplugues de Llobregat (Barcelona): Hospital Sant Joan de Dèu.
Disponible en la web: http://faros.hsjdbcn.org/