Potenciar la inteligencia emocional desde casa
Por todos es conocida la importancia del correcto desarrollo de la inteligencia emocional en los niños, puesto que les va a servir para tener un correcto bienestar psicológico lo que repercute directamente en su desarrollo global.
¿Qué es la inteligencia emocional?
La inteligencia emocional es un conjunto de competencias que debe poseer el niño, que son las responsables de gestionar las emociones y sentimientos que experimenta según las situaciones que vive.
Estas, intervienen directamente en el tipo de relación que mantiene con todos los agentes de su entorno: familia, amigos, compañeros de clase, profesores, etc.
De igual forma, se relaciona la inteligencia emocional con la capacidad de plantearse metas y objetivos personales y de todo lo relacionado con ello: organización y secuenciación de pasos para su consecución, mantener la fortaleza en el trascurso del tiempo, saber tolerar de un modo adecuado las frustraciones, etc.
Dependiendo de las situaciones que el niño viva y experimente, va a tener que saber gestionar emociones negativas y positivas, así como tolerar la frustración y saber encajar fracasos y triunfos.
Como vemos, poseer una adecuada inteligencia emocional es esencial para tener un adecuado desarrollo personal a todos los niveles.
Pero claro, aunque se puede entrenar, la inteligencia emocional también está condicionada por diferentes factores:
Teniendo todo esto en cuenta, la familia es un entorno importantísimo para el desarrollo de una adecuada inteligencia emocional.
Pautas y estrategias para el desarrollo de la inteligencia emocional en los niños.
El cariño: la relación paterno-filial se basa principalmente en el cariño, y dar muestras de ello de forma continua a los niños les beneficia enormemente. Jugar con ellos, ser cariñosos, hablarles y escucharles son las mejores muestras de cariño hacia un niño, por encima de los objetos materiales que no pueden reemplazar todo lo anterior.
La autoestima: para que la autoestima de nuestros hijos sea la adecuada, deben ser capaces de conocer y respetar sus puntos fuertes y débiles. Desde niños, vamos construyendo nuestra autoestima por las experiencias que vamos viviendo, cómo las gestionamos y la valoración que recibimos de las personas importantes para nosotros: familia, amigos y profesores. Con la llegada a la adolescencia, nos apoyamos mucho más en la opinión de los iguales.
Para contribuir de manera extra a su autoestima, debemos resaltar las cualidades del niño, valorar de forma adecuada sus logros y progresos, evitar etiquetarles con connotaciones negativas y proponerles siempre unas metas a alcanzar realistas y ajustadas a sus posibilidades. Todo esto no se contradice con la corrección, necesaria, por supuesto, para señalar lo que no hacen bien y deben corregir.
Vocabulario emocional: los niños deben ir adquiriendo un vocabulario emocional adecuado a su edad que les sirva de herramienta para expresar sus sentimientos y emociones de una manera apropiada. El mejor ejemplo que podemos darles reside en el ejemplo; como adultos debemos saber expresar nuestras emociones de una manera realista y ajustada a la realidad.
Potenciar su fortaleza: el niño debe ser capaz de superar las dificultades que se le vayan presentando en su vida de una manera adecuada. Para ello, debemos proporcionarles herramientas para afrontar por ellos mismos los retos del día a día: el aburrimiento, el desarrollo de su propia autonomía, tolerar la frustración, saber esperar, encajar las desilusiones, etc.
Estas y otras muchas más pautas os pueden servir para entrenar día a día la inteligencia emocional de vuestros hijos y, por qué no, la vuestra propia.
Rocío Meca Martínez.
Especialista en Pedagogía Terapéutica de Fundación CADAH.
Webgrafía
Adaptación del material de Jesús Jarque García, Pedagogo.