Sueño y TDAH: pesadillas y terrores nocturnos
Existe una diferencia significativa, que vamos a abordar a continuación, entre pesadillas y terrores nocturnos.
Pesadillas.
Las pesadillas son sueños largos en los que el niño experimenta ansiedad, miedo o terror y que finalmente lo acaban despertando. Una vez despierto, se deja consolar por los padres para poder volver a un estado de calma y, en ocasiones, es capaz de describir lo que estaba soñando.
Cuando hablamos de pesadillas nos referimos a que los niños sueñan con peligros físicos, fracasos personales, situaciones embarazosas...
Las pesadillas acostumbran a ser frecuentes entre los 8-10 años y aparecen hacia el amanecer, en la segunda mitad de la noche.
Sobre el motivo que las causa, debemos indicar que su aparición es algo absolutamente normal y que no debe alarmar a los padres. En ocasiones puede deberse a algo que ha causado temor en el niño, como programas de televisión, videojuegos o conversaciones angustiosas de las que han sido testigos. Además suelen presentar más pesadillas aquellos niños más inseguros en su día a día o que experimenten ansiedad o estrés de cualquier tipo.
¿Y qué podemos hacer los padres al respecto?
Terrores nocturnos.
En contrapunto a las pesadillas encontramos los terrores nocturnos.
En estos, el niño puede que grite y llore en medio del sueño, como muestra de miedo y terror y que nos cueste mucho despertarlo del sueño para calmarlo.
En ocasiones que se despiertan, lo hacen de una forma brusca y les cuesta reconocer el entorno en el que están y a las personas que le rodean.
A diferencia de las pesadillas, los terrores aparecen en la primera mitad de la noche y su duración puede ser en torno a los 10 minutos.
La edad a la que aparecen también es diferente, siendo los terrores más propios de los 2/3 años y con probabilidad de predominar entre los 4 y los 7 años.
Estos son más frecuentes en varones que en mujeres y puede ocurrir que aparezcan con mayor probabilidad cuando el niño llega muy cansado a la noche. También debemos tener en cuenta antecedentes familiares de terrores y de sonambulismo. En muy pocas ocasiones hablamos de terrores nocturnos como consecuencia de problemas psicológicos.
¿Y qué podemos hacer los padres al respecto?
Entonces, ¿qué diferencias encontramos entre pesadillas y terrores?
Consulta al especialista.
Si debemos recurrir a algún especialista, los más recomendables son:
Los criterios que debemos tener presentes para hacerlo serían que esos sueños provocasen en el niño un malestar significativo, que le impidiesen desarrollar su día con normalidad o que le crease ansiedad el quedarse dormido.
Rocío Meca Martínez.
Especialista en Pedagogía Terapéutica de Fundación CADAH.
Webgrafía
Adaptación del material de Jesús Jarque García, Pedagogo.