Hablando de TDAH con el Dr. Ramos Quiroga (Parte 2)
El Dr. Josep Antoni Ramos Quiroga, perteneciente al Grupo de Investigación en Psiquiatría, Salud Mental y Adicciones del Vall d`Hebron Institut de Recerca (VHIR) de Barcelona, es uno de los mayores expertos de TDAH a nivel nacional. Además de ser coordinador del Programa de TDAH del Hospital Universitari Vall d`Hebron, es profesor asociado de Psiquiatría en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB).
Ramos-Quiroga ha participado en uno de los mayores estudios genéticos sobre los cinco trastornos psiquiátricos más importantes, publicado en Nature Genetics.
(Continuación de la entrevista parte 1)
También existe una creencia popular que dice que las nuevas tecnologías provocan problemas de atención e hiperactividad. ¿Qué influencia han tenido la llegada de Internet, los videojuegos o los dispositivos móviles en el desarrollo de trastornos como el TDAH?
Me niego a creer, y así lo afirma también la evidencia científica que hay disponible, que las nuevas tecnologías aumentan la prevalencia del trastorno por déficit de atención e hiperactividad. Es más, en nuestro grupo estamos investigando la utilidad de videojuegos terapéuticos que ayuden a curar a las personas con TDAH. Debemos ver las nuevas tecnologías desde la perspectiva del gran potencial beneficioso que nos brindan.
Sí que es cierto, no obstante, que este trastorno tiene mucha relación e influye en personas que puedan desarrollar adicciones. Podrían existir riesgos comunes, pero esto todavía es una hipótesis, por lo que no ha sido demostrado por la ciencia. Necesitaremos más años y estudios para demostrarlo.
Por poner un ejemplo, nadie diría que un buen vino de Ribera del Duero es malo para la salud. Sí que lo es el abuso indiscriminado del alcohol, que puede provocar un daño hepático muy grave. Ocurre lo mismo con las nuevas tecnologías.
Siempre que se usen bien, bajo un control parental, y que no se disfruten en exceso, de forma que puedan provocarnos daños, no hay ningún problema.
Hablando ya del estudio publicado en Nature Genetics, ¿qué impacto tendrá en medicina abordar desde la perspectiva genética los cinco trastornos psiquiátricos que habéis estudiado?
Anteriormente, por estudios poblacionales, sabíamos que había relaciones genéticas entre estos cinco trastornos psiquiátricos (esquizofrenia, trastorno bipolar, depresión mayor, TDAH y autismo). Se conocía esto ya que se habían hecho estudios en gemelos o con niños adoptivos. Sin embargo, hemos conseguido demostrar por primera vez a nivel molecular que efectivamente esa relación existe, y que se observa una mayor correlación genética entre personas con esquizofrenia y trastorno bipolar por un lado, y por otro, con TDAH y depresión.
Esto significa que en el futuro podremos hacer tratamientos mucho más personalizados. Igual que ahora en oncología, donde sabemos el riesgo genético de que se produzca una metástasis, por ejemplo, en el futuro podríamos tratar el TDAH y analizar si genéticamente es posible que alguien pueda tener depresión. Y si es así, lograríamos reducir el impacto de ambas enfermedades. Hablaríamos entonces de una medicina con un enfoque más preventivo y mucho más personalizado.
Con los nuevos avances en secuenciación, ¿podríamos hablar de tratamientos de trastornos psiquiátricos en función de nuestros genes?
En el futuro, los avances en farmacogenómica nos permitirán avanzar hacia terapias mucho más individualizadas. Por ejemplo, en función de nuestro genoma, podremos valorar qué efectos secundarios podrían aparecer en un paciente tras administrar un fármaco, y evitar esos daños.
El problema es que a día de hoy los estudios en farmacogenómica siguen utilizando muestras muy pequeñas, y son muy caros, por lo que no se ha avanzado tanto como se debería en este sentido.
Tras este estudio publicado en Nature Genetics, ¿cuál es el futuro de la investigación de este consorcio internacional?
Ahora hemos estimado, a través de cambios genéticos de un solo nucleótico (SNPs), cuál es la carga genética asociada a los trastornos que mencionábamos antes. En los próximos años, deberemos comprobar si se dan otras alteraciones genéticas importantes en estas enfermedades, y evaluar los cambios en el funcionamiento del cerebro.
Lo que está claro es que debemos aceptar que nuestro cerebro, al igual que otros órganos del cuerpo, tiene derecho a enfermar, y que nosotros debemos responder a esta situación con estudios científicos y tratamientos adecuados.
Fuente: Extraído de la Web HIPERTEXTUAL