¿Es recomendable llenar las tardes de los niños con extraescolares?
Con la llegada del mes de septiembre, las familias comienzan el duro trabajo de cuadrar los horarios de los niños: horario escolar, actividades deportivas, clases extras de idiomas, reuniones sociales, clases particulares, etc. Son tantas actividades que resulta complejo que todas encajen y que además el niño disponga de tiempo libre. Si si, tiempo libre para el niño.
Con los ritmos que llevan en su día a día las familias, resulta impensable que el niño pueda disponer de 30 minutos diarios para jugar, para dejar volar su imaginación y sin emplear para ello cualquier aparato electrónico.
¿Nos hemos parado alguna vez a reflexionar sobre esto?
Cuando trabajamos con un niño con TDAH, ya sea niño o adolescente, nos damos cuenta de la necesidad que, al igual que el resto, tienen de poder disponer de tiempo libre. No nos referimos a que el niño tenga toda la tarde libre después de las clases, sin ningún orden en sus tareas, pero sí hacer un planteamiento realista de las necesidades que tiene el niño y disponer el horario en función de ellas.
Por supuesto, una adecuada planificación de las tareas es indispensable y 100% recomendable para el niño con TDAH, por ello, cuanto mejor diseñada esté más aprovechable será y dará la oportunidad de disponer de más tiempo para el niño.
¿Escuela paralela fuera de casa?
Los niños pasan una media de 6 horas en el centro escolar, si no más en algunos casos, y muchos de ellos cuentan con horas y horas dedicadas al estudio por la tarde. Es un tópico pero, ¿hemos pensado qué diríamos si los padres debiésemos trabajar 4 ó 5 horas más fuera de nuestro horario lectivo todos los días incluidos los fines de semana?
Eso es lo que les ocurre a la mayoría de los niños, y debemos pararnos un segundo y plantear la necesidad de que así sea.
Es cierto que niños con TDAH, debido a su propia sintomatología, requieren de un tiempo muchas veces excesivo para cubrir las tareas que mandan en el centro escolar. Por ello, debemos plantearnos si se están enfrentando de una manera correcta a esas tareas, si podrían gestionarse de otra forma para que el niño supliera las dificultades y llevase a cabo un aprovechamiento más realista del tiempo.
Para ello, como ya se ha comentado en otras ocasiones, es imprescindible que el niño tenga un hábito de estudio. Para ello es recomendable que desde pequeños, se haya dedicado un tiempo prudencial, en función de la edad, a la lectura o a diversas tareas, a la misma hora todos los días a ser posible, para adquirir este hábito. Una vez que el niño, en la primaria y posteriormente en la secundaria deba ir dedicando progresivamente cada vez más tiempo al estudio, le costará menos puesto que lo que debe hacer es ir prolongando el tiempo de este hábito de estudio que ya poseía desde pequeño.
Respecto a las actividades extraescolares es muy recomendable que sean pactadas con el niño, es decir, que sean actividades que le motiven, en las que quiera implicarse y aprender puesto que, si estas no le despiertan ningún entusiasmo, no va a ser un tiempo aprovechado ni disfrutado, al contrario, va a ser tiempo perdido por el niño y que podría estar dedicándose a otra cosa diferente.
Si conseguimos organizar tanto el tiempo dedicado a estudio como a las actividades extraescolares del niño, seguro que encontramos un tiempo que pueda dedicarse a él mismo o, mucho mejor, a pasar tiempo en familia, un tiempo libre que no esté planeado y que el niño pueda gestionar a su antojo con lo que estaremos entrenando también la autonomía y la toma de decisiones por parte del niño, imprescindible para su desarrollo personal.
Son muchos los aspectos que debemos tener en cuenta y cada familia se debe organizar de una manera, pero parémonos un segundo a pensar en la organización propia que requiere el niño, para que este curso escolar que comienza sea mejor que ninguno. ¡Suerte!
Rocío Meca Martínez.
Especialista en Pedagogía Terapéutica de Fundación CADAH.