El castigo en niños con TDAH
La preocupación de los padres con niños que presentan TDAH ante los comportamientos disruptivos de sus hijos es muy habitual. En muchas ocasiones no saben cómo actuar ante ciertas conductas y comportamientos, llevándoles a sufrir una gran frustación y agotamiento.
El castigo es un tema polémico ya que es una consecuencia que no gusta ni a padres ni a niños y a menudo, lleva consigo sentimientos de culpa.
¿Debemos castigar a los niños con TDAH? ¿Cómo deben aplicarse los castigos?
El establecimiento de unas normas y límites bien pautados para estos niños resulta imprescindible, tanto en el contexto educativo como familiar. Serán necesarios para marcar la organización familiar a la vez que proporcionan al niño seguridad, al saber lo que está permitido y lo que no lo está. Que el niño comprenda que ante una conducta va a producirse una determinada consecuencia es totalmente necesario, es más, es algo que el niño agradecerá en un futuro cuando deba enfrentarse al mundo por si mismo.
La psicología conductista, establece una serie de técnicas de modificación de conducta, estableciendo que un individuo tiene más o menos probabilidades de volver a realizar una conducta en relación a las consecuencias obtenidas. El castigo, podríamos tomarlo como última elección dentro del amplio abanico de estrategias a utilizar. El refuerzo positivo y la técnica de evitación, en muchas ocasiones van a bastarnos para el incremento o extinción de determinadas conductas. Si bien, en ocasiones cuando éstas no resulten suficientes, deberemos recurrir al castigo.
Castigo positivo y castigo negativo:
Hablamos de castigo positivo cuando al niño se le administra un estímulo desagradable ante una determinada conducta, la cual queremos reducir o eliminar.
Este castigo ha sido el más utilizado tradicionalmente, ejemplo de ello sería la copia reiterada en el aula por una acción no deseada ("no volveré a gritar en clase`).
Si bien, este tipo de castigo trae consigo una serie de efectos no deseados en el niño:
- El niño podrá respetar a la figura que ha ejercido el control de la situación, pero al no interiorizar la conducta, volverá a repetirlo una vez que esa figura no esté presente.
- El niño sabe la conducta que no debe de realizar, pero al no explicarle la conducta que sí que debe de hacer se sentirá perdido, aumentando de esta forma su ansiedad al no saber qué es lo que se espera realmente de él.
El castigo negativo o coste de respuesta consiste en quitarle un estímulo agradable para él. Por ejemplo, no ir al cine el Sábado por la tarde por no haber hecho los deberes (Iremos al cine la siguiente vez que los haga, actuando de esta forma como reforzador positivo). Este tipo de castigo se ha evidenciado muy eficaz para eliminar conductas no deseadas.
Otro tipo de castigo negativo es el "tiempo fuera" es decir, sacarle del contexto en el cual están los reforzadores positivos hacia esa conducta indeseada. En estos casos será muy importante que el contexto dónde se vaya a llevar a cabo el tiempo fuera esté libre de estímulos positivos para él, es decir, no mandarle a su cuarto donde tiene el ordenador, la televisión…
Algunas pautas a tener en cuenta al establecer castigos:
- La consecuencia que tienen los castigos deben de ser conocidas por los niños de antemano para que sepan a qué deberán atenerse. Aunque como dijimos anteriormente las normas en el hogar deben de ser establecidas por los padres, dependiendo de la edad de nuestros hijos (a partir de los 6 años) algunas de ellas así como el tipo de consecuencia que tendrán sus actos, pueden ser consensuadas con los niños, de esta forma las adquirirán de mejor manera y las podrán hacer suyas.
- Tanto las normas como las consecuencias de su cumplimiento o no cumplimiento, deberán hacerse visibles. Sobre todo en los niños que presentan TDAH dichas normas se les olvidan fácilmente y puede que nos las automaticen del todo al ser explicadas verbalmente. Por ello, será necesario que éstas estén visibles en el hogar (salón, habitación…) acompañándolas de dibujos si fuera necesario, para su mayor entendimiento.
- Deberán ser contingentes a la conducta realizada, es decir, inmediatamente después de que ésta se produzca. De no ser así, no entenderán la relación causa-efecto.
- Del mismo modo, las consecuencias deberán tener siempre la misma intensidad y ser directamente proporcionales a la conducta realizada. Algunas veces nuestro estado anímico puede repercutir en la intensidad del castigo, hay que tener en cuenta que esto no será entendido por el niño pudiendo crearle ansiedad al no comprender la mayor o menor intensidad del castigo.
- Los castigos deberán cumplirse siempre, independientemente de los factores externos que puedan darse, es decir, si hemos pactado con el niño que si no hace la tarea no vamos al cine, no se irá al cine, aunque con ello estemos privándonos a nosotros mismos de un rato de ocio. Debemos ser consecuentes nosotros también con nuestros actos ya que en definitiva somos el referente de nuestros hijos.
Lucía Osorio Quintana, Psicopedagoga de Fundación CADAH (2015)
Bibliografía:
Labrador, F.F. (Coord.) (2008). Técnicas de Modificación de Conducta. Madrid: Pirámide.
Vallejo, M.A. y Ruiz, M.A. (1993), Manual Práctico de Modificación de Conducta (vols. 1 y 2). Madrid: Fundación Universidad-Empresa
Bibliografía:
Labrador, F.F. (Coord.) (2008). Técnicas de Modificación de Conducta. Madrid: Pirámide.
Vallejo, M.A. y Ruiz, M.A. (1993), Manual Práctico de Modificación de Conducta (vols. 1 y 2). Madrid: Fundación Universidad-Empresa