¿Qué es un conflicto familiar?

Un conflicto entre uno, varios, o todos los miembros de la unidad familiar (padres, hijos, hermanos...).
Un conflicto es algo que está en proceso, generalmente parte de un comentario, un malentendido, un problema de expectativas o una descarga de tensión.
Los conflictos en una familia son inevitables, especialmente cuando hay hijos adolescentes. En el caso de los adolescentes con Trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) (especialmente el subtipo combinado e hiperactivo-impulsivo), los conflictos familiares son frecuentes debido al impacto del trastorno en la convivencia familiar. Los problemas comportamentales, la baja o mala comunicación, el estilo agresivo, la reactividad emocional, la oposición a las normas, los problemas académicos, el aislamiento de los demás miembros de la familia y el comportamiento egocéntrico, hacen que sean frecuentes las discusiones entre hermanos, padres y padres-hijos.

                         TDAH CONFLICTOS FAMILIARES ADOLESCENTES

Explicación de situaciones conflictivas familiares con un hijo/a adolescente con TDAH

  • Frecuente presencia de rasgos impulsivos también en alguno de los progenitores, o en ambos.
  • Falta de información y/o formación en el manejo del trastorno.
  • Ausencia o mala de comunicación por parte del adolescente y poca predisposición de los padres a comunicarse con él/ella.
  • El tratamiento del TDAH mejora parcialmente el funcionamiento familiar, por lo que, al menos en parte, esos problemas son secundarios al TDAH del adolescente.
  • Presencia de problemas o trastornos psicológicos en algún miembro de la familia (ansiedad, depresión,...). 
  • Dar excesiva importancia a los resultados y menos al proceso y a los pequeños cambios positivos.
  • Expectativas distorsionadas (de los padres hacia su hijo/a, y del hijo/a hacia sus padres).

¿Cómo enfocar un conflicto familiar?

En muchas ocasiones el conflicto no tiene que ver con el presente, sino con el pasado y el futuro de las personas implicadas. Cuando no se verbalizan y exteriorizan las quejas, cuando no se predispone un espacio para intercambiar opiniones, cuando las decisiones se toman unilateralmente y sin consenso, y cuando se permite que no se respeten los derechos de los demás, se genera una atmósfera de tensión emocional familiar que termina por estallar. Por ello, la mejor forma de evitar la aparición de un conflicto es prevenirlo.

El problema es que vivimos el conflicto como una amenaza porque nos obliga al cambio. Pero esto, no debe verse como un fracaso familiar, ni de la educación paterna, sino como una oportunidad para analizar la organización familiar, las posibles barreras comunicativas y las debilidades personales de los miembros de la familia y de la familia como espacio común. Los conflictos deben enfocarse como escenarios nuevos de cambio.

El éxito en la resolución de un conflicto no depende del conflicto en sí, sino de nuestro modo de afrontarlo.


¿Cómo afrontar un conflicto con un adolescente?

Los conflictos no siempre se resuelven completamente: A veces continúan en el tiempo, o se quedan latentes. Si un conflicto no se resuelve, es porque los implicados sacan un beneficio de él o bien, porque no están capacitados para manejarlo.

La solución de un conflicto familiar pasa por:

Conclusión

En el caso de los adolescentes con TDAH, que además presenten problemas de comportamiento, hostilidad, actitud poco colaborativa y/o desafiante, rechazo a la comunicación, problemas personales (sociales, académicos, anímicos), y problemas de gestión personal, es importante abordar la problemática del TDAH con la ayuda de un profesional, que oriente y reconduzca el problema con el adolescente y la familia, y así reducir significativamente potenciales factores de riesgo de conflictos en la familia.

La primera condición para resolver un conflicto es nuestra actitud ante el conflicto. Para resolver un conflicto hace falta entusiasmo, no desistir, no desfallecer, aun cuando nos parezca imposible y sobre todo, actitud de cambio.

Dejarlo estar nunca es la solución.



 Sara Ortega, Neuropsicóloga de Fundación CADAH (2015).