Desenmascarando a los tratamientos no efectivos o de efectividad dudosa en TDAH
Los padres somos capaces de todo por nuestros hijos; el deseo de ayudarles y verlos salir adelante difícilmente acepta límites. Con el tiempo vamos entendiendo que son ellos quienes deben alcanzar, por sí mismos, las diversas metas que se presentan en la vida y que nuestro papel es estar disponibles para apoyar en el momento en el que seamos requeridos y orientarles, como resultado de nuestra experiencia de vida, para tomar las sendas más oportunas y provechosas.
Este deseo de verlos salir adelante superando las dificultades sociales y académicas que el TDAH les impone, puede convertirnos en presa fácil de aquellos que se ganan la vida vendiendo quimeras, esperanzas sin fundamento, terapias milagrosas que todo lo resolverán en un dos por tres y sin mayor esfuerzo.
Mercaderes de esperanzas
Los mercaderes de esperanza son esos comerciantes que lucran con la preocupación o angustia de los padres. Los embarcan en una aventura que puede ser, incluso, peligrosa, que les desgasta emocional y económicamente porque saben explotar el recurso de hacer vibrar nuestras fibras emocionales utilizando estrategias de publicidad bien diseñadas, atractivas, llenas de promesas pero que, al final, no conducen a ninguna parte, solamente al naufragio. Así esclavizan, por decirlo de una forma, a la incertidumbre que saben disfrazar a la perfección como un éxito rotundo e indiscutible.
Hay un gran negocio detrás de estas terapias "cuasi milagrosas" que resuelven todo y son aplicables a diversidad de trastornos, aunque estos no tengan ninguna base fisiopatológica en común.
Toda terapia válida y útil debe cumplir algunos principios éticos generales:
Estas terapias milagrosas suelen fallar en uno o más de estos principios éticos básicos de tal manera que proponerlos, en principio es una actividad no ética.
Siempre acusamos a las farmacéuticas del gran negocio que tienen montado alrededor de los fármacos, y es cierto en buena parte. Eso nos dirige inmediatamente a una realidad lamentable en relación al TDAH: el sobrediagnóstico y la consecuente sobremedicación. Pero dejamos de ver los otros grandes negocios en terapias (farmacológicas y no farmacológicas) sin fundamento científico que se ofrecen en el mercado. También hay otras terapias que, si tienen fundamento científico pero que su fase de investigación no permite proponerlas como válidas y utilizables por la población general, como es el caso en este momento de la estimulación magnética transcraneal; no sabemos el rumbo que tome la investigación en las siguientes fases, pero en el momento actual (2018) no es ético proponerla como terapia en caso de TDAH.
¿Qué sirve y qué no sirve, qué es de efectividad dudosa?
Quiero tomar la lista que Juan Ripoll y Garardo Aguado plantean en su libro `Enseñar a Leer` porque me pareció muy útil y aplicable a diferentes condiciones. Casi pudiera ser una lista de cotejo en la duda de una determinada terapia que se dé con cumplir uno solo de los criterios.
El capítulo del libro "ENSEÑAR A LEER" del que tomé esta idea, se relaciona con la enseñanza de la lectura pero considero que es práctico y útil al valorar terapias que se proponen para el TDAH:
¿Por qué es necesario hablar de esto?
El TDAH es una condición para toda la vida, no se cura, pero se aprende a funcionar y se va, con el tiempo, acomodando las distintas circunstancias de la vida para lograr la mayor adaptabilidad y los mejores resultados posibles. Pero esto es un proceso que reclama de los padres y maestros una serie de elementos:
Saber sobre el tema. No un conocimiento superficial sino lo más profundo posible, esto aplica para los padres y los maestros, en su momento también para la persona con TDAH. ¿Cómo funciona todo?, ¿Por qué ocurren determinadas manifestaciones?, etc.
Saber cómo ayudar, es decir cómo aplicar todos esos conocimientos a actividades que contribuyan a la adaptación y al mejor desempeño social, académico y laboral.
Saber cómo detectar los engaños porque producen dos efectos que pueden difíciles de reparar: pérdida de tiempo y pérdida de dinero. Ambos efectos contribuyen a la frustración, ese enemigo destructor que tenemos que alejar de nuestra vida, de la vida de nuestros hijos y de la de nuestros estudiantes porque es paralizador, mina la energía y desmonta el entusiasmo. Es causante del abandono desesperanzado de las intervenciones y de las ganas de luchar para salir adelante.
En el siglo XVI vivió Francis Bacon, filósofo y político (canciller de Inglaterra), es el autor de una célebre frase que viene al caso de estos últimos comentarios: `Scientia potentia est` (El conocimiento es PODER). Tenía mucha razón sin Francis Bacon, más aún cuando en las épocas actuales nos dirigimos al empoderamiento de los padres en las intervenciones de sus hijos, incluyendo el TDAH, pues para empoderarse se requiere de `conocimiento`, pero conocimiento válido, probado, sujeto al rigor científico y desde esa perspectiva se sabe que es contigente, es perfectible, es decir no absoluto radicalmente y por tal motivo es necesario mantenerse en constante formación y aprendizaje. Sabiendo, conociendo, podremos ayudar de mejor forma a nuestros hijos para superar las dificultades que el TDAH les imprime en el contexto social y escolar.
Carlos E. Orellana Ayala, Médico y Cirujano, Universidad de San Carlos de Guatemala. Pediatra, Universidad de San Carlos de Guatemala. Neurólogo Pediatra, Universidad de Navarra, España. Especialista en Neurodesarrollo, Universidad de San Carlos de Guatemala. (2018).
BIBLIOGRAFÍA
Orellana Ayala C. Desenmascarando a los mercaderes de esperanzas. Link aquí.
Ripoll S Juan C, Aguado Alonso G. Intervenciones dudosas o ineficaces. En `Enseñar a Leer`. Segunda edición, editorial EOS, Madrid 2015.